Aproveché la hora del almuerzo para pasar por la floristería de paso, quería comprarle calas porque sabía que eran sus favoritas, pero me pareció escucharla decir que no gastara tanta plata, que la novia del jardinero del cementerio sería feliz con margaritas, porque de todas formas ahí es donde finalmente quedaban; así que compré margaritas...y claveles, porque no sería su hija si no le llevara la contraria aún después de la muerte.
Finalmente llegué al "Jardín Manantial", la sección donde me despedí por última vez de su cara, me tiré en el césped con mi tijera para recortar sus flores y cantarle las mañanitas, brisaba y le dije que era una llorona porque siempre llovía en su cumpleaños, ella pareció contestarme burlona con un aguacero que me obligó a correr con la mitad del arreglo en las manos para no mojarme...(tanto)
Me senté empapada en el asiento del conductor y por primera vez, en años, ese día no lloré; parecía todo una broma suya, un desquite por decirle llorona, así que ahí estaba yo; sola, mojada por la lluvia y muerta de la risa por esa broma privada, tan de ella.
Esperé paciente que la lluvia bajara su intensidad para terminar el arreglo, reírme con ella y despedirme del bebé que está enterrado a la par suya, me gusta pensar que son amigos y que ella lo cuida, como lo haría si estuviera aquí.
Ese día fui feliz, porque estuvimos juntas, como siempre; como nunca.
PD: Ma, gracias por poner ese ángel de la guarda en mi camino, siempre chequea, siempre pregunta, siempre está presente en mi vida y en mi corazón :*
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