martes, 31 de julio de 2012

La extinción del soltero y la nueva Mrs. Robinson


Ser soltera a los 30’s es divertido, pero no muy sencillo que digamos.  
¿Por qué? Los hombres contemporáneos con una parece que están en extinción…¿No me creen? Al Solterus decentus los sobrepasan por mucho las siguientes especies:

Casados: Buenos o malos, guapos o feos, flacos o panzones, no importa; a esta edad la gran mayoría ya entró a ese estado civil y como bien dice una amiga muy querida, “hombre casado, ni frito ni asado”; aunque eso a algunos no los detiene para tirarte el cuento, allá la que se quiera meter en esos enredos, espero no escupir para arriba, pero creo que es una cuestión de principios y hasta mandamiento divino, no es que sea muy religiosa, pero eso de no desear el marido de la prójima me parece bastante sabio y es mejor no enojar al colochón, al fin y al cabo, es el que manda y el que creó todos los especímenes y tampoco es bueno enojar a la dueña del individuo, que seguro te arrastra por unas veinte cuadras si le tocás a su otra mitad.

En una relación: No, no es sólo un estado civil de facebook e igual que el hombre casado tampoco están disponibles, si bien es cierto aún no cuentan con el papel que lo hace oficial, ya están apartados y en proceso de evolucionar a la especie del párrafo anterior; algunos vuelven a estar disponibles, pero es mejor que lleguen solitos a ese estado, sin que nadie los empuje.

Gays: Con el perdón de mis amigos gays que amo con locura, gran parte de la población masculina que está entre los 30 y 40 años, que son inteligentes, buena gente, razonablemente guapos y que no se han casado o no tienen novia, es por una muy buena razón…¡Por que tienen NOVIO! Y muchos de ellos muy guapos por cierto. Bueno, ahí tampoco hay nada que hacer, pero contribuye en un porcentaje significativo a la extinción del solterus decentus; sino pregúntenle a una amiga con quien fui a un evento de una importante ONG, ella babea por un tipo y yo babea por otro y semanas después conocí al ex del crush de mi amiga, si a su ex, ¡Más peludo y barbón que Fidel y el Ché juntos!

Bisexuales: No tengo nada en contra, pero no podría andar con alguien así; ¿Por qué? Pues ya soy  un caos así no más; ¿Qué tal pensando si al maje le intereso yo o mi amigo de al lado? Demasiado stress y drama para mi gusto, seguro me estoy perdiendo de conocer personas maravillosas, los puedo tener de amigos, pero andar con ellos, creo que no es para mi; así que #next

Idiotas: De esos abundan y ya les he hablado de toda la variedad en entradas anteriores, así que no vale la pena ahondar en el asunto, otro #supernext para este especimen.

Los del sombrerón: Jajajaja así les digo a los viejones que aún se ven simpáticos y que te tiran el cuento como niños de 20, pero con una conversación más madura, de hecho a veces muy madura o con una perspectiva muy similiar a la que podría tener mi papa; por esa sencilla razón, tachados de la lista y acompañados con un gran guacala, tengo un solo papa y creánme que con ese me basta.

Niños de 25: No sé porqué últimamente me han salido pretendientes de esta edad, no sé que les atrae de alguien mayor, ha habido algunos de no tan 25 (más bien 21) que  te tratan como una reina, pero niños al fin y al cabo y con el corazón roto les he dicho que no porque aún no me sale lo Mrs. Robinson; lo siento, seguro en Broder o en Moods se encuentran a alguien con quien compartir los buenos sentimientos y la lonchera.

Pero no me preocupo, porque a pesar que la especie no abunda; algo en mi me asegura que anda por ahí y que aún no todos están extintos.

Foto: Getty Images

sábado, 21 de julio de 2012

¡Bienvenida a 1989!




Hace un par de semanas,  en una de esas tardes lindas y llenas de sol, unos amigos me invitaron a un café para pasar el rato y cambiar el bar de siempre por algo más caché, más adulto y más que libre de alcohol, libre de goma del día siguiente; en fin, acepté la invitación, pero como no tomo café por el insomnio, lo cambié por un chocolate caliente, era de esos días en que te sentís “muy adulto”, con pláticas acerca de trabajo, de estrés, de religión, como dije demasiado “adulto”.

Terminé mi chocolate  y cansada de esperar que llegara nuestra eficiente mesera, me levanté a pedir la cuenta, de camino a mi grupo y gracias a mi bendita torpeza, golpeé el brazo de alguien que estaba solo en una mesa con la cabeza baja y muy entretenido afinando su guitarra; no hubiese pasado a más de un “disculpe” si hubiese sido otra persona, pero al parecer vivo en medio de una mala comedia romántica, donde los escritores se divierten poniéndome en aprietos… pero al fin y al cabo ¿Quién era? Nada más y nada menos que mi flamante “novio” de 3er grado y digo “novio” porque éramos mejores amigos y YO sabía que ÉL era MI novio, pero ÉL ni cuenta se daba jajaja.

En ese instante, mi nivel de adultez bajó 23 años y me regresó exactamente a los ocho, era 1989 otra vez y ahí estaba yo, de pie frente a él, me sentía como si vistiera mi vestido puff, de medias, zapatos de charol y aquellas colas de caballo hechas con tal fuerza que me rasgaban los ojos más que cualquier hendidura de alcancía, todo cortesía de mi mama y él, pues él no se veía como el mismo suspirito flaco que era en ese entonces, solo pelo y ganas de vivir, se miraba centrado, estaba alto y guapo, cero panza cervecera y con aquellos ojos café más encendidos que nunca.

Así que ahí estaba yo, sintiéndome como si estuviera con mi paleta manito partiéndola por la mitad para compartirla con él; nos quedamos viendo, nos sonreímos, nos abrazamos, teníamos casi 15 años de no vernos, desde que salimos del colegio (Creo que voy a dejar de remontarme en el tiempo, porque eso de tener 15 años de no ver a alguien, ya suena pesado jajaja)

Y bueno, pues la plática fue un tanto así:

Yo: Disculpe…
Él: (Aparta su guitarra y me habla) ¿Azalea? Tanto tiempo de no verte…
Yo: ¿Luis? (Obviamente le cambio el nombre para proteger a una inocente ¡¡¡A mi!!!)
Yo: Si… Un montón de años…
Él: ¿Cómo estás?  
Yo: ¿Bien y vos?
El: Bien gracias, ¿Y qué has hecho todo este tiempo?¿Todo bien?
Yo: Sí, todo bien (Burra, preguntale como le fue en la universidad, si está de vacaciones o si ya regresó a vivir a Nicaragua, se fue a estudiar a Europa, ¿Te acordás?, hablale)
El: (Sonríe) que alegre verte, no te perdás…
Yo: Dale
(Abrazo y beso de despedida)

Permítanme decir una palabra…IDIOTA, si IDIOOOOOTAAAAA, idiota yo que no busqué mi tarjeta de presentación y se la di, que no le pregunté que hacía con una guitarra, a él siempre le gustó dibujar, pero no sabía que tocaba guitarra, inteligente hubiese sido decirle: - Además de ingeniero ¿Ahora sos músico? Fijate que trabajo en una agencia de publicidad y siempre estamos en búsqueda de talento, tomá mi tarjeta.

Pero nooooo, yo que me la estaba dando de muy adulta, me porté peor que niña quinceañera, se me olvidaron las palabras y la forma de socializar con la gente, se me olvidó fingir serenidad, yo que aguanté ir a la boda de un pendejo que creía era el amor de mi vida adulta, que recibí la invitación de su novia con una gran falsa sonrisa, yo que aguanté eso y más de ese otro pendejo del que les contaré en otra entrada… a mi, siiiiiii, a mi…. me trastabilló el piso el que fue mi “novio” de tercer grado..

Y es que aunque haya llegado a los 30 y la mayor parte del tiempo me sienta segura de mi misma, hay momentos en los que me porto como si todavía tuviera ocho, algunas veces no importa, otras como esa vez, me dan ganas de darme contra las paredes por mensa, pero bueno, supongo que en ciertos niveles todos tenemos algo de ese niño ingenuo e inseguro que una vez fuimos, de hecho me empieza a gustar la idea de creer que no todo el mundo camina siempre confiado de lo que va a hacer o decir.

Por mi parte, ya de regreso en el 2012, llené mi billetera con mis tarjetas de presentación y busqué al individuo en cuestión en el Facebook, si muy stalker de mi parte, pero no lo agregué, nada más espié un poco sus fotos para saber de que puedo hablarle si me lo encuentro otra vez  jajaja y finalmente me da gusto informarles que él también está felizmente soltero a los 30s.

miércoles, 11 de julio de 2012

La sucia sociedad masculina


Entre mi papa, Disney y Hollywood me jodieron la vida. Estoy segura que a un buen ramo de mujeres les pasó lo mismo. Ellos, nuestros padres en conjunto con Walt Disney y la famosa meca del cine, nos han fijado en la cabeza un prototipo de hombre ejemplar, perfecto, un príncipe azul en su corcel blanco.
 
Recapitulemos un poco ¿Por qué mi papa? Mi papa está lejos de ser un hombre perfecto, pero yo siempre lo vi con ojos de enamorada, altísimo, siempre oloroso y bien peinado, con sus camisas manga larga y sus pantalones de tela perfectos y rebien planchados, (Obviamente siempre tuvo que ver mi mama en su presentación); él, mi papa, aunque llegara a media noche siempre me daba un beso de buenas noches como el príncipe a la bella durmiente, para él siempre fui su muñeca o su niña, como aún me sigue diciendo a mis 31 años, 4 meses y 21 días.
 
Disney y Hollywood no contribuyeron mucho con esta percepción, sino vean a la bestia peluda de la Bella y la Bestia (JAJAJA no puedo dejar de decir bestia peluda sin parar de reírme)... Pero en serio...¡Andaba bien peinado! y si hablamos de los personajes de carne y hueso siempre se mostraron impecables, nunca se les mueve un pelo, la tormenta podía ser perfecta, pero su cabello y sus uñas eran más perfectos todavía.
 
Sin embargo, he de confesar que en mis años de adolescencia tuve mi etapa en la que los hombres arreglados me parecían plásticos y falsos; por eso pasé enamorada buena parte de esos años de Kurt Cobain (Aaaaaahhhh suspiro) no es mi culpa que Nirvana estuviera en su apogeo y que Kurt y su franela de lana se quedaran a vivir en mi cerebro, quitándole espacio a las clases de Química y de Física, pero esa es una licencia que aún me doy, porque hay que admitir que el hombre era maravilloso.
 
Pero regresando al 2012 ¿Ahora que se encuentra una? A pesar de la onda metrosexual, a una le salen los imbañables, los enemigos del desodorante y el cepillo, los maes que en su vida han puesto una plancha sobre la camisa que andan colgada. Me disculpan señores pero el baño y el aseo personal no son un lujo, ni una locura más que las mujeres nos inventamos, es una necesidad básica como tomar agua o respirar; no tienen que andar con ropas de marca o zapatos de diseñador, créanme que una aprecia el simple hecho que anden limpios, presentables y que por el amor de Dios ¡Huelan bien!
 
Una sabe que no tienen un team que ande detrás de ustedes haciéndoles el pelo, las uñas y maquillándoles las espinillas, sólo un poco de cuidado se agradece, porque si no, podés ser un tipo grandioso, buena persona, mejor que cualquier personaje de Disney pero con el que nadie quiere hablar. Así que hombres ¡báñense! o no nos quedará de otra más que repartir jabón y desodorante en la calle.
 
Feliz miércoles :)

Foto: Getty Images