miércoles, 23 de mayo de 2012

El perchero transformer


Hace 3 ó 4 años me compré el perchero más caro del mundo, un elíptico que usé por exactamente dos meses y que luego cambió su función para convertirse en el colgadero de mi toalla, de la ropa que me pruebo y luego no quiero usar, en fin; cualquiera pensaría que siendo publicista los infomerciales no harían efecto en mi, pero en casa de herrero a los orbitrek se los lleva la corriente.

Desde el sábado pasado decidí darle uso nuevamente y desquitar la ridícula cantidad de dinero que gasté en él y dejar de pagar de una vez por todas la carísima membresía en el gimnasio.

5 días y  3000 calorías quemadas después, sigo disciplinada; (a ver cuánto me dura) y es que a medida que me acercaba a los 30, le di un giro a mi vida y empecé a comer más sano (casi siempre jajaja), dejé de fumar y me olvidé del café, que al padecer de insomnio fue una sabia decisión… pero me hace falta el ambiente del gimnasio, el ritual de llegar con mis ínfulas de investigadora de Criminal Minds y analizar a todos los personajes graciosos que se encuentra uno en ese tipo de lugares.

¿A quiénes me refiero? A los majes obsesionados con su cuerpo que besan sus brazos cada vez que levantan una pesa, al deportista que corre dos horas seguidas y se ve más fresco que una lechuga, a las niñas que llegan con su outfit de $300 dólares salido directito de la tienda de deportes y que no han sudado ni una vez en su vida, al gordito que llega con todo el entusiasmo del mundo a sudar literalmente la gota gorda y a las majes como yo, que llegamos con el buzo viejo de toda la vida, que dejamos el alma y la lengua en la caminadora mientras secretamente le inventamos vidas al resto para no sentir eterna la hora del entrenamiento.

Bueno, por hoy los dejo; tengo una cita con mi perchero transformer guión Orbitrek :)

Foto: Getty Images

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